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Dios nos ha llamado para ser puros, no para que vivamos en el pecado. El que se niegue a obedecer esto, no está negándose a obedecer a los hombres sino a Dios, quien les da su Espíritu Santo.

No es necesario que les escribamos sobre el amor que deben tenerse como hermanos en Cristo, porque Dios ya les ha enseñado a amarse unos a otros.

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